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samedi 13 mai 2017

MERCI, PROFESSEUR LÒPEZ DE GUEREÑU !!!


 MUCHAS GRACIAS A MI COMPAÑERO DE DOCENCIA QUE HA  TRABAJADO EN EL AULA CON 3º ESO BILINGÜE EL TEMA DE LA GRAN GUERRA.

VOICI LE TEXTE ET LE DOCUMENTAIRE  MASSACRE DANS LES TRANCHÉES.(La Grande Guerre en couleur)


La economía de guerra permitió mantener los costes de la misma, pero llevó la penuria a los países contendientes. Por ejemplo, en la zona transleithana (la parte húngara) del Imperio Austro-húngaro, se permitió que el conde Tisza practicase una política personalista, que concentró los pocos víveres en su zona, y dejó desabastecidas a Viena y otras grandes ciudades, donde el hambre hizo estragos. La resistencia a la guerra por parte de sectores de la población fue la respuesta a las penurias sufridas. En Inglaterra, quienes se negaban a ser reclutados eran condenados a penas de cárcel: 15 en 1915; 772 en 1916. En Alemania, los accidentes de trabajo en el sector químico y la minería pasaron de 102.332 a 112.257 en los cuatro años de guerra. En Inglaterra, durante el mismo tiempo, los muertos en accidente laboral aumentaron una tercera parte. En Italia, la falta de carbón inglés detuvo el tráfico ferroviario en un 50%. Desde 1917 en este país se sucedieron grandes manifestaciones pacifistas, y la represión consiguiente produjo mil detenidos el 1 de mayo de aquel año. En Turín, la represión policial produjo 50 muertos, 800 heridos y 1.500 detenidos. En Inglaterra se produjo una oleada huelguística en 1917 de 872.000 trabajadores (en 1916 habían sido 276.000); en Francia de 41.000 se pasó a 294.000 entre los mismos años; en Italia de 136.000 a 170.000, y en Alemania de 129.000 a 667.000. En Rusia, ya en 1916, un millón de personas estuvieron en huelga. En Francia solo había 17.731 mujeres empleadas en fábricas metalúrgicas antes de la guerra. En 1917, 300.000 tenían un puesto en la industria y 425.000 en septiembre de 1918. En Alemania, el número de empleadas en fábricas pasó de 1.405.621 a 2.139.910. Pero todos estos trabajadores estaban mal pagados y, por tanto, sufrían penurias. La mala salud y la poca moral venían a completar la situación, pues muy pocos se libraron de no tener algún familiar en el frente. Los territorios ocupados sufrieron más, pues la población fue reprimida aunque no se resistiese, y más si lo hacía; incluso hubo casos en que la represión tuvo un marcado carácter racista. En Dobrudja, las poblaciones habitadas por rumanos fueron arrasadas y los habitantes asesinados o deportados. En Serbia la requisa afectó a los productos habituales, pero además se talaron bosques enteros para conseguir madera. El parque de Rogok, un bosque natural, desapareció por completo. De Polonia, buena parte de las fábricas fueron trasladadas a Alemania. La represión afectó también a las universidades, que frecuentemente permanecieron cerradas o dirigidas a fomentar una cultura al servicio del vencedor o del ocupante. En abril de 1916, 1.200 nacionalistas irlandeses ocuparon Dublín y se mantuvieron durante cinco días frente a las tropas inglesas, que no dudaron en emplear la artillería en plena ciudad. El jefe de la rebelión, Sir Roger Casement, fue detenido y ejecutado. Una de las primeras medidas de las autoridades austríacas al invadir Serbia fue la deportación de 150.000 personas. Ello sirvió de inspiración a otras atrociadades posteriores. Un campo de concentración austríaco sentó las bases de la fama siniestra que más tarde alcanzaría: Manthausen. Los prisioneros italianos encerrados en él soportaron temperaturas de 20 grados bajo cero, sin abrigos, sin apenas alimentos. El hospital, sin medicamentos, tenía 2.000 camas para 4.000 enfermos. En la sección de oficiales había dos litros diarios de leche para 80 enfermos. Otros muchos desastres acompañaron a la guerra. Numerosas personas perdieron todos sus bienes; solo en Francia quedaron destruidas 700.000 casas y 20.000 fábricas; ciudades como Yprés desaparecieron. Hubo viviendas que fueron ocupadas por los Estados Mayores militares o las tropas, sufrieron saqueos o el deterioro de un largo abandono forzoso. La mortandad de la guerra incidió sobre todo en los campesinos, mayoría de los movilizados y mayoría, por tanto, de los muertos. Parte de las clases altas, de los países contendientes y de los neutrales, se beneficiaron vergonzosamente de la guerra. Hubo una generación que perdió millones de vidas y luego sufrió una Europa endeudada y en crisis. Cargó con las calamidades de la guerra y con las miserias de la paz. Fue una generación que gastó su juventud en la guerra y en la penuria. Con razón llamaron aquellas gentes al conflicto la gran guerra. (Gabriel Cardona, Los horrores de la guerra, páginas 63 y siguientes de "Siglo XX. Historia Universal", tomo 5, Historia 16).

   

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